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SOLILOQUIO DE LOS SENTIMIENTOS

Una borrasca se desata, incontrolable, sobre las apaciguadas aguas del alma callada. Tempestad de sentimientos que levanta oleadas y oleadas en noche sin luna. Rayos que iluminan momentaneamente. Truenos que sacuden la oscuridad. Impetuoso vendaval que llega a estremecer...

No hay posibilidad de sosiego. Siento anegarme una y otra vez. Sin embargo, esta violenta vibracion me recuerda que vivo, que existo. No quiero la paz de los cementerios, si no el ruido del trafico. El peligro del navajazo nocturno a la exasperante tranquilidad.

Muerden los sentimientos el corazon. Este late con fuerza. A veces, irritado; otras, hondamente carinoso. Siempre tumultuoso. Es mar bravio. Marejadas constantes que amenazan con hundir el barco una y otra vez. El sol no se deja ver un instante. La luna del cielo parece haber emigrado para siempre. Las estrellas... �existieron alguna vez?

Musitar levemente un nombre, eleva mi alma a limites insospechados. Enerva y sacude hasta la ultima fibra, donde jamas penetro un rayo de luz. Su presencia se halla tan profundamente clavada en mi, que forma parte de mi propio vivir. Ni en suenos su imagen se esfuma. Ahi esta. Con toda su carga de enorme vitalidad, con toda su terrible y ardiente humanidad. Provocando a veces la sonrisa, a veces el llanto. Nunca la indiferencia. Porque lleva en si la vida y la muerte

Madrid, 2 de febrero de 1984