Una
preocupacion hace bullir mi mente y un dolor ensombrece mi alma. Seres sin
escrupulos de conciencia, que pretenden imponer su voluntad por encima de todo,
lograr unos fines �por demas inconfesables� sin reparar en la honestidad de
los medios. Ninguno cuenta con el libre albedrio de la persona que pretenden
doblegar. Insultos, amenazas, calumnias..., son sus armas. Armas que poco dicen
a favor de quien las utiliza. Alianzas pactadas en las sombras porque no se
atreven a obrar a la luz del dia. Aprovechar debilidades ajenas para lograr
sus objetivos. Jugar descaradamente con lealtades. Y, en medio de todo este asunto, esta en juego mi sentido de la amistad
y la fidelidad. Tengo la conciencia muy tranquila. Las ideas muy claras. Se
perfectamente lo que tengo que hacer: caso omiso a quienes no merecen el
apelativo de personas. No ignoro que pretenderan atacarme. Se volveran contra
mi. Pero tengo a mi favor que han olvidado totalmente contar con mi propia
inteligencia y voluntad de accion. No me importa recibir una serie de golpes, por muy traicioneros que
sean, si con ello un amigo se ve libre. El hacha de guerra se ha
desenterrado. Por mantener incolume una amistad, por evitar un dano a un amigo, me
enfrento a quien sea. Porque tengo unos principios mas honestos, porque la
bajeza y ruindad de algunos no me da miedo, porque no abandono a los mios
cuando las cosas se ponen feas... porque, en definitiva, soy leal. Madrid, 19 de enero de 1984. |
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