Ya no se que hacer. Tampoco que decir. Tal vez, sea mejor el
silencio... Como por arte de magia, las lunas de todas las ventanas se han
hecho anicos. Vaya por Dios! No es valedero el refugio. El invierno entrara
sin pedir permiso. El viento se colara sin que nada lo detenga. Vaya por
Dios...! Sabia que, antes o despues, ocurriria. El cristal es duro y muy
fragil. Un golpe de corriente y... Con las lunas rotas, toda la casa quedara al descubierto. Si antes se
podia intuir, ahora se confirman una serie de cosas, otras se descubren y el
resto se deniega. No hay defensa valida. La violacion es constante. La
persiana sume la casa en tinieblas y los visillos los levanta el aire. Las paredes hablan de mi. Los muebles, hasta el mas humilde, conoce mi
vida. El mundo exterior sabra el mas minimo detalle. Los quejidos de los
motores, el lamento del asfalto... voy a tener que escucharlos. Llegara a mi
alma todo el clamor de la calle. Y no podre inhibirme. Me acercare a mis
semejantes. Unirme a ellos. Se acabo, y sospecho que por mucho tiempo, la paz
que estos muros me ofrecian. Insomnio. La calle... Siempre me ha dado mucho miedo. El chirriar de frenos. Los
bocinazos. Las voces de unos y otros. Las sirenas... Empieza una nueva vida,
con todas sus consecuencias. Y estoy terriblemente asustada. Vaya por
Dios..., hoy tengo las lunas rotas...! Madrid, 21 de octubre de 1984 |
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