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MEXICO CANTA EN MADRID

Era noche de finales de otono. Era madrugada de incipiente invierno. La Luna, cortejada por varios luceros, salio a hacer su habitual ronda nocturna. Ella, reina y senora, queria disfrutar con los madrilenos de esas horas repletas de magia y encanto.

Habian ido al cine; vieron obras de teatro; bailaron en discotecas; disfrutaron de una revista; conocieron la tertulia apacible en un pub... En fin, de todo un poco. Y, cuando el cansancio empezaba a hacer mella en ellos, mientras acompanaban a los ultimos noctambulos a sus casas, fue uno de los luceros el que, en el silencio, escucho algo.

� Eh, vosotros! Atended!

��Que pasa? �Que pasa? �preguntaron los demas.

� Ahi abajo! �senalo hacia un balcon abierto, del que salia luz y voces� Estan cantando y bailando!

La Luna, coqueta y zalamera, tomo del brazo a uno de sus acompanantes.

�Vamos, vamos a ver que hacen...

Timidamente, asomaron por una ventana abierta, de par en par. Y ambos no terminaban de dar credito a aquello que sus ojos alcanzaban a ver y sus oidos escuchar: cuatro hombres y una mujer, todos ellos ataviados con trajes charros mexicanos, y el sonido inconfundible de un mariachi.

Con voz enronquecida, la mujer lanzaba al aire, entre el tumulto, sones de aquellas tierras. Habia quien ofrecia agua de pozo; tampoco faltaba quien brindaria pa todo el ano; hubo quien hablo de un preso que no temia la muerte; y, quien mas quien menos, seguia siendo el rey... Huapangos, corridos, rancheras... Y el alegre zapateado del jarabe.

La Luna, incapaz de sustraerse al ritmo imparable del pais de los aztecas, en la boveda celeste, inicio una danza con su companero. Recordaba sus horas, lejanas en el tiempo, pero proximas y vivas en su corazon, en que las voces de Negrete, Infante y Pedro Vargas embriagaban la madrugada.

Aquellos ojos tapatios que emocionaron a Jorge, las mana nitas que Pedro canto a su amada en su santo; y como olvidar a Vargas cuando, desde la calle, rogaba a aquella mujer que abriera el balcon y el corazon...

En la casa, bajo los vapores del champagne, hombres y mujeres, no cesaban de bailar y cantar. Campeona de una imaginaria carrera de Formula 1, una mujer descorcho una botella y, agitandola, dejo salir la espuma.

De Norte a Sur, y de Este a Oeste. Siguiendo todo el recorrido que aquel caballo blanco, dicen, que hizo. Jose Alfredo Jimenez, Tomas Mendez y Cuco Sanchez; uno que ensenaria a amar, otro que narraba una historia de un palomo que, desesperado, lloraba por su paloma y el otro que subia a la Sala del Crimen a preguntar al Presidente si era delito el querer.

*** ***

Afuera, en la calle, las sombras diluyendose entre la bruma. Arriba, en el firmamento, la Luna balanceandose, a la par que aspiraba bocanadas de silencio.

Horas inolvidables. Momentos que se graban en el alma. Recuerdos que perduran. Y siempre que un mariachi lance sus sones al aire de la noche, recordara que Mexico canto en Madrid, una madrugada de agonizante otono.

UN ABRAZO MUY FUERTE A MEXICO, DESDE ESPAnA.

A Dora, que hizo posible aquello, este recuerdo y homenaje, esperando su regreso a Espana, con todo mi carino y aprecio.

Pilar

Madrid, 30 Diciembre de 1989