SOBREVIVIR La manana amanecio apacible, hermosa, bella sin par... al pie de
la montana, como nino que busca el calor y refugio en el regazo de la madre,
dormitaba el pueblo. Pueblo blanco sobre verde montana. La extensa llanura
aparecia cubierta de verde hierba, salpicada aca y alla de distintas y
hermosas flores: amapolas, margaritas, violetas... El rio besaba le orilla,
mientras jugueteaba con los juncos que se miran en sus transparentes aguas.
Los chopos sombreaban con sus grandes y recien estrenadas hojas aquellos
pagos. De vez en cuando un salmon remontaba les crecidas aguas, saltando por
encima de las erosionadas y limadas rocas, en busca de su lugar de
nacimiento. La brisa traia de vez en cuando un fresco olor a pinos, a jara en
flor, a monte. Poco a
poco el pueblo, el pueblo blanco sobre verdeante montana, iba despertando.
Sus calles empedradas, su silencio milenario �al menos eso parecia� se veia
roto por el paso de algun carruaje, tirado por una mula vieja. Los gritos del
carretero arreando a la bestia, rebotaban de casa en casa, de piedra. en
piedra, de arbol en arbol.., y probablemente llegaran a la cima de la
montana. Se escuchan, solemnes, las campanadas del reloj de le iglesia, cuya
torre destaca entre las casas del lugar. Una vieja, panuelo a la cabeza,
siempre de eterno luto por su marido, camina por las polvorientas calles.
Lleva un cantaro de barro. Dirige sus pasos a la fuente, situada en la plaza
del pueblo. Alli, bajo el grifo, aguarda, paciente, a que se llene. Luego,
con una agilidad y una fuerza inesperada en ella, lo toma y se lo coloca al
hombro, como en esos cuadros de Julio Romero de Torres y sus cordobesas. Un
perro vagabundo, buscando que comer entre las piedras. El animal tiene hambre
atrasada. Mansotas, tranquilotas, de andar cansino, llegan las veces, que
dejan inmutable al perro. Un hombre bajito, de piel morena y curtida por el
sol con la boina calada hasta los ojos, armado con una fina vare, las va
guiando. Tienen que comer para dar buena leche. La tasca, aun cerrada, espera
a que pase el vaquero para abrir sus puertas. El dueno del establecimiento se
acerca a la plaza, ojos cargados de sueno, gesto aburrido, y saluda con la
mano al hombre que lleva a los astados. Todos ven levantandose. El pueblo
cobra vida: algunas tiendas se estan abriendo y el alcalde se dirige a dar su
paseo matutino como tiene por costumbre. La manana va pasando lentamente, con su aburrida rutina, El cielo, tan
azul por le manana, aparece manchado por unas pequenas y apenas
imperceptibles nubes, que asoman por la cumbre de la montana. Nubecillas que,
poco a poco, van aproximandose al pueblo. Hace calor, un calor bochornoso.
aunque se deja sentir una ligera brisa, el airecillo que levanta es
abrasador. Nadie, ni los que permanecen en la montana ni los que continuan en
el pueblo, se da cuenta de la tormenta que, pasito a pasito, van
aproximandose entre ellas, tornandose cada vez mas densas, mas oscuras, mas
amenazantes... El sol se oculta una y otra vez, reapareciendo en cuestion de
segundos. Pero no importa. Nadie piensa en la tragedia que se acerca.
Llover.., es algo que suele ocurrir, y mas aun en abril, en la primavera. Y
cuando el astro rey este en su cenit, desaparece tras el conglomerado de
nubes que ya estan cubriendo toda la comarca. Las nubes se vuelven mas y mas
espesas. Son las doce de la manana y parece que la tarde este muriendo. Tan
poco se ve. Algunos ce los que marcharon a la montana, temerosos de que la
tormenta les caiga encima, bajan al pueblo. Retorna el vaquero y el cabrero.
Todos los habitantes del pueblo van recogiendose en sus hogares. Los crios
que jugaban en la plaza son requeridos por sus respectivas madres. De nuevo el silencio. Pero silencio tenso, amenazante. Empiezan a caer
unas gotas que se aplastan contra el suelo. Y en breves segundos, la
tormenta. Ni se sabe si aquello era una granizada o densa lluvia. Una cortina
de agua ocultaba a la vista los objetos o personas que hubieran un metro mas
alli del observador. Mas aquello no era lo grave. Lo terrible era que en la
montana, en la cima, tambien estaba lloviendo.., y el agua se embalsaba de
una forma angustiosa; mas nadie veia aquello y nadie podia decir a los
habitantes del pueblo que aquellos embalses eran muchos y que la tormenta
arreciaba. Que si esos embalses, que si ese agua seguia subiendo de nivel,
iba a ser causa de una inundacion, de una tragedia. Un relampago surge de las nubes, iluminando momentaneamente el cielo.
Un trueno ronco retumba de roca en roca. Parece como si el cielo se viniera
abajo. Parecia... como si todos los poderes del infierno se concentraran en
aquella comarca. Parecia... como si la Naturaleza se rebelara con todo su
impetu y toda su fuerza. Parecia... como si hubiera intentado estrujar entre
sus poderosas e invisibles manos al mundo entero. Parecia.., como si, harta
de tanto servir, bramara en pos de su propia libertad. Tras una hora de
intensa lluvia, el sol volvio a aparecer, brillando radiantemente. De repente, se dejo escuchar un ruido, como de algo que viniera
rodando. Un grito se oyo en toda la comarca. Un ruido... Grandes rocas venian
rodando, arrastradas por la furia y empuje del agua. La montana se venia
abajo, amenazando aplastar al pueblo blanco sobre verde montana. Grandes
cantidades de lodo, arboles arrancados de cuajo; piedras... muchas piedras..,
demasiadas piedras y barro que golpeaba repetidamente los muros de las casas
de aquella gente. Vacas asustadas que mugian intentando huir. Y el agua, tras
aquella masa demoledora, inunda plazas, calles. Destruyendo hogares,
destruyendo familias. El agua que se habia embalsado en la montana, baja con
impetu y una fuerza que faltan palabras para describirlos. Y todo se inundo.
Y el pueblo desaparecio bajo aquella mole de piedras y lodo. Dicen que algo semejante ocurrio en Malaga hace ya bastantes anos. Dicen
que en Murcia tambien una inundacion hizo estragos hace varios de anos. Dicen
que en Valencia tras una fortisima tormenta, el Turia se salio de su cauce e
inundo la ciudad. Algo por el estilo ocurrio en Cadiz, solo que el mar quiso
barrerse de un manotazo la tacita de plata... Dicen... dicen que en muchas
ciudades espanolas ha habido inundaciones que dejaron tras de si un numero
muy alto de muertos y desaparecidos. Dicen... que en esos casos la consigna
es... sobrevivir! Pilar |
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