Capitulo XII

Capitulo XII

Leonor Culebrones.

         Con Leonor Culebrones me vi todos los ídem de la "caja tonta", incluyendo los de Galavisión, pues era la única que Leonor veía de toda la oferta de las parabólicas. Nada de cultura. Nada de reportajes buenos que, además, ofrecen los diversos canales de televisión. Solo culebrones y reality show. El morbo, al cien por cien.

         Lo malo no es que fuera simple espectadora de tales bazofias me refiero a los culebrones, sino que, poco a poco, los iba asimilando de tal manera, que llego a hacer mella en su subconsciente, hasta el punto de que Leonor, en su vida cotidiana, era uno de aquellos personajes. Es decir, trasladaba el culebrón de marras a su vida real. Una distorsión completa. Y esto con los culebrones. Pero es que los reallity show también calaron hondamente en Leonor.

          ¡Buena fue la que organizo un verano! Había oído comentar al vecino del tercero que, seguramente, ese verano no saldría de Madrid. Y el hombre, pues desapareció diez días. Diez días que se fue a casa de unos amigos. En vista de que, al tercero no volvió, ella eso sí, con toda su buena fe llamó a Televisión Española, al programa de ¿Quién sabe dónde? dándole por desaparecido. El hombre, cuando vio su fotografía en la pequeña pantalla, y su nombre, la sorpresa fue morrocotuda.

         Lo primero que hizo fue llamar a casa de su familia. Allí le dijeron que ellos no habían llamado a Television ni a ninguna parte: "Alguien que te ha querido gastar una broma..." señaló su padre. "Pues no le veo yo el chiste por ningún sitio" respondió el vecino de Leonor.

         Tras hablar con su familia, en el 003 pidió el teléfono del Ente público. Le dieron el de la centralita de Prado del Rey y allí, directamente, como ponerse en contacto con el programa de Lobatón. Así lo hizo. Y su voz salió por antena. Contó que él no estaba desaparecido de ninguna parte... solo diez días de vacaciones, con unos amigos. Y que, si era una broma, desde luego no tenía ninguna gracia. Lobatón le dijo que una mujer había llamado diciéndolo, y que, por tanto, ellos no se hacían responsables, aunque, no obstante, pedían disculpas por el malentendido...

         Pero Leonor esa parte del programa no la vio: se quedó dormida, profundamente, durante un corte publicitario.

         Tuvieron que transcurrir varios días para que Leonor se enterase de lo ocurrido. Y fue a la vuelta de su vecino. Coincidió en el ascensor con él.

-¿Qué tal? ¿Ya has aparecido? -saludó la mujer.

-Sí... aparecí. ¡Como pille al gracioso que llamo a Lobatón... lo mato! -repuso él, pensando que lo de "aparecer" era porque viera el programa.

         Leonor, en ese momento, se dio cuenta de su enorme patinazo y, al observar el tono poco amigable de su vecino respecto al asunto, opto por callarse y hacerse de nuevas.

-Algo he oído decir sobre eso, que saliste en la tele...

-Si. Se va uno de vacaciones, y al tercer día le sacan en la caja tonta. ¡Dichosos reallity show...! Le tienen comido el tarro a más de uno. Lo que si le digo es que como coja yo al menda... lo pongo bien. y en eso, llego el ascensor al piso del hombre- Bueno, hasta la vista.

-Hasta la vista.

         ¡Una vez que Leonor se quedó sola, le entraron unos temblores y unos sudores... que para que las prisas! Se dio cuenta de la metedura de pata y del enorme patinazo. ¡Que miedo no le daría encontrarse con el vecino, que, en por lo menos, una semana no salió a la calle, siempre temerosa de que descubriera que había sido ella y le diera una bronca monumental!

         Yo, por mi parte, ignoro si aquel hombre supo alguna vez la jugada de Leonor. Porque, cuando salió a la calle, con los nervios y las prisas, me caí de su bolsillo, permaneciendo en la acera hasta que llego Mariano Semental.

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