ES EL PRIMER AVISO QUE TE DOY. DEJA
DE METERTE EN MI VIDA PRIVADA, O VOY DIRECTAMENTE POR TI... Y NO TENDRE
NINGUN TIPO DE COMPASION. YO. |
María Anónimos sintió que la sangre se
helaba en sus venas. Leyó, una y otra vez, la nota. Quería averiguar, por el
estilo o que se yo, quién había tenido la osadía de mandar algo sin firmar a
ella. Además, terminaba con algo tan personal como YO. Se fijo en las letras.
Los recortes provenían, indistintamente, de diarios y de revistas.
Evidentemente, se trataba de alguien que compraba de los dos tipos de prensa.
No era mucho decir. Pero si algo a observar: sentarse en un banco próximo a un
kiosco y ver quien compra diario y revista.
Así lo hizo. Durante varias semanas,
Maria aguardaba a ver quién podía ser el autor o autora de dicho anónimo. En un
cuadernillo iba anotando quienes compraban diarios y revistas a la vez, bien en
el mismo día, bien en distintas fechas.
-Perdí
tu teléfono. Lo busque en la guía, pero no aparece tu nombre por ninguna parte.
-Vendrá
por el señor que vivía antes en la casa...
-Pues deberías ir a Telefónica para que figure tu nombre en la guía, que va siendo hora... ¿Qué tal te encuentras, Maria?
-De
salud, bien. A ti te veo divinamente.
-Mujer, tengo algunas goteras. Los años, hermanita, no pasan en balde... ¿Te noto preocupada... Ocurre algo?
-No,
nada importante.
-¿Hermanita, tienes ahí fuego?
-Para
que tú puedas fumar. Nunca tienes mechero...
-Lo
dirás porque estoy todos los días contigo... Te veo preocupada. No has hablado
hasta ahora.
-¡Si tú lo hablas todo!
-Claro.
Es mucho el tiempo sin verte... Ahora, voy a preguntarte yo.
-¡Oh, no! Temo tus preguntas. Parece un interrogatorio
de primer grado... Déjame, que ya te iré contando.
-"Hoy
no se fía; mañana tampoco". Mira, que nos conocemos desde hace muchos años.
-Total,
el medio siglo.
-El
medio siglo lo tendrás tu: yo tengo 15 años, no 17.
-¡Tus ganas!
-Me
has descubierto: 18.
--¿Has contado el tiempo que anduviste a gatas, los años de tu juventud, etc.?
-No,
la verdad que no.
-¡Que viejas somos, hermana!
-Perdona.
Yo diría que somos jóvenes tardías.
-Perdone,
señora... Pero no puedo evitar escuchar...
-Maria,
por Dios. Es que eres de lo que no hay. Estamos diciendo tonterías. Además, reírse
es sanísimo. Déjale que se ría.
-Pero
su obligación es el tráfico...
-Maria,
empieza porque estamos en su taxi. Si quiere, puede echarnos. Continua porque
en un sitio tan pequeño es imposible no oír. Tendría que ponerse tapones... -y dirigiéndose
al taxista-Ruego que la disculpe, señor.
-Tranquila...
No ha pasado nada.
-Porque
nos ha traído hasta aquí, a pesar de tu impertinencia.
-Para
que se lo gaste en droga, alcohol o mujeres de mal vivir.
-Eso
a ti no te importa. ¿Y tú qué sabes? Fíjate, que lo mismo es para comprarle un
vestido nuevo a su mujer.
-O
a su querida.
-No
cambias, hermanita. Sigues igual que siempre. Rectifico: peor. No me extraña
que no hayas encontrado hombre que quiera compartir su vida contigo... Con esa
actitud tuya, como una Torquemada de este siglo, ahuyentas a todo el mundo...
-No
quiero tus sermones.
-Pues me vas a escuchar. Quizá sea yo la única persona que, a pesar de todo, te quiera. Estas jugando a algo muy peligroso. Lo único que te salva, Maria, es la prudencia ajena. Nadie quiere verse involucrado en líos. Pero no te sorprendas si algún día encuentras la horma de tu zapato... ¡Pues no estabas tomando nota del número de licencia del taxista...!
-¡Tú qué sabes que iba a hacer yo!
-¿No me lo preguntaras en serio? ¡Claro que lo se! Con
el número de licencia, intentar averiguar su nombre y su dirección, para enviar
un anónimo. Son muchos años. Y, para tu desgracia, no cambias... Maria, vas por
mal camino. Vive tu vida. Ama aquello que la vida ofrece. Pero deja que cada
cual haga su vida. No te metas en lo que no te importa... Si aquel se droga,
intenta ayudarle a que no lo haga. Pero no lo condenes de antemano. Si te
metes, que sea de forma positiva. Nunca denunciando lo que solo existe en tu imaginación.
Disfrutas haciendo daño.
-Yo
no hago daño.
-¿Qué no? ¿Inventando no haces daño? Sería bueno
preguntar en este barrio las que tú has liado.
-Pregunta
lo que quieras. Cuando entro en una tienda a comprar y hay mucha gente
hablando, todo el mundo se calla. Eso es que me respetan.
-No,
Maria. Es que te dan de lado. Y tienes suerte. El respeto no es el silencio automáticamente.
El respeto es algo que se gana día a día. Lo que sienten no es respeto. Es...
otra cosa: desprecio absoluto por tu persona. Los anónimos tuyos no son tales.
Saben que eres tú. Vive y deja vivir. Ama y deja amar. Sueña y deja soñar. Solo
vivimos una vez. Y esa ocasión hay que aprovecharla a fondo. Que, el día menos
pensado, nos vamos al hoyo... No sabemos si nos quedan 20 años o 20 minutos. ¿Perder
el tiempo fustigando a los demás con patrañas? ¡Qué va! Ayudar al prójimo, te
advierto, es mucho más divertido. Además, te ayudas a ti misma. Aunque te creas
perfecta, no lo eres. Ni tú, ni yo, ni nadie. Por tanto, es inhumano imponer a
nadie un punto de vista. Cada cual tiene su sentido propio de la ética: de lo
que está bien y de lo que está mal. Ignoro cuando te subiste a ese altar. Pero
si sé que no te corresponde... Maria, vives biológicamente. Pero, para tu pesar
y el mío, en realidad estas muerta por dentro. Porque tu soberbia te mata día a
día.
-La
culpa la tiene...
-No
eches la culpa a nadie. Porque solo la tienes tu. Lo que ocurriera hace 30 años,
no es responsable de lo que hoy haces... Que aquel chico se portara mal contigo,
a causa de un anónimo, no es excusa para que, hoy, te dediques a hacer lo mismo
que te hicieron. La venganza... es una tontería completa. Que alguien obre con
maldad contigo, no te da motivo para que tu obres de igual ni con esa persona
en particular ni con los demás. Hay que saber echar en el saco del olvido todo
aquello que no vale la pena... y la malicia ajena es algo que no vale la pena
tener en cuenta. Abre los ojos al mundo, Maria. El mundo, con su enorme diversidad,
te aguarda. Ahí está. Esperándote con los brazos abiertos. Sin embargo, esa
enorme diversidad no quiere ser herida por nadie. Porque la uniformidad, para
el mundo, es un gravísimo atentado... Vive, Maria, ¡vive! Entra a formar parte
de lo heterogéneo...
-Si...
-He
aquí el fruto de tu obra. No dejas de tener suerte. Te advierten que si vuelves
a meterte en su vida... La solución la tienes en la mano. No sabes quién es. No
vuelvas a meterte en la vida privada de nadie. Deja que la existencia de cada
uno siga su curso...
-Marta y Maria...! Las dos mujeres que más quiero... ¡Cuantos años sin saber nada de vosotras, sobre todo de ti, Maria!
-Es
cierto...
-No
pasa el tiempo para vosotras...
-Muchas
gracias. ¿Tú, qué tal?
-Ahí
lo llevo... Como puedo... Maria, debo pedirte disculpas. Sé que me porte mal
contigo... Que no debí hacer caso de aquel anónimo... Si pillo a quien lo escribió...
no sé qué le hago... Pero eso pertenece al pasado...
-Nunca
es tarde si la dicha es buena... -tercio Marta.
-Tal
vez, en este caso, sí.
El hombre saco un cigarrillo. Maria me
busco para encender el cigarrillo que ella más deseaba. Como hacia algo de
viento, el hombre me tomo en sus manos. Y una vez prendida la punta del
pitillo, me echo en el bolsillo de su pantalón... que tenía un agujero en el
fondo. Empezaron los tres a caminar. Yo, con el movimiento, iba resbalando
hasta que, al final, salí por el agujero. Resbalé por todo el pantalón, sin que
nadie se percatara de mi caída, hasta que llegué al suelo. Vi a los tres alejarse.
El brazo varonil rodeaba la cintura de Maria... que ya no sería más Maria Anónimos.