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Llueve
sobre el recuerdo, alfombra
otonal de ausencias, vestigios
de dulce neblina que
abarcan memorias imborrables. Llueve
tiempos pasados que
se tornan gratos momentos, desperezandose
levemente ante la
hora dormida. Llueve
caricias perdidas sobre
almohada de ternura, amortiguando
silencios de
instantes sombrios. Llueve
anoranzas de un ayer, proximo
y lejano a la par, hoguera
de ensuenos dorados que se
reducen a cenizas. Madrid, 3 de diciembre de 1989 |
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