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Veinticuatro
horas, nada mas. Quisiera
estar a solas contigo, tu y
yo lejos del mundo y de la gente, a
miles de kilometros del odio. Caminar
bajo las estrellas hasta
que se anuncie el nuevo dia; ver
nacer la manana mas azul, preludio de
armonia y paz. Abrir
el alma de par en par a un
universo pletorico de esperanzas, y en
cada atomo de luz diafana el
despertar de dormidas ilusiones. En
el sendero, a solas contigo, iria
transmitiendote mis sentimientos, paso
a paso, te haria descubrir un
canto repleto de vitalidad y fuerza. Acompanando
el murmullo de la brisa, la
dulzura de las horas aquietadas; soledades
que se trocaran en humo hasta
perderse en el infinito. Levantaremos
montanas que seran cordilleras rebosantes
de fantasias y quimeras; alzaremos
nuestras manos libremente unidas por
encima de traiciones y enganos. La
madrugada nos envolvera y su
magia ira embriagandonos; compartire
mis secretos mas intimos mientras
estoy a solas contigo. Tu
veras como paulatinamente iras conociendo mi
poesia mas autentica y mas sincera, yo
reconocere, en cada quiebro de tu voz, la
profundidad latente de tu ser. Con
las primeras luces del alba, navegaremos
en oceanos de sentimientos, y
cuando el sol diluya las sombras, vibraras con
la sonrisa del nuevo dia. Vertere
en ti mis dudas y miedos, y
quizas haga brotar de la tierra un rio, dare
la vuelta a los silencios soterrados cuando me
halle a solas contigo. Y,
tu, solamente entonces, querras
venir conmigo, donde yo vaya; yo,
que nada mas te pedi veinticuatro horas, te
franqueare la entrada a mi alma. Te
llevare, si, te llevare alla
donde confluyen todos los mares, mas
arriba del sol y de las estrellas �caminare, siempre a
solas contigo. Para Reyes, con
todo mi aprecio. Madrid, 19 de enero de 1989 |
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