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Entre
la madrugada y la aurora, el
lucero de tus ojos; entre
la quietud y el bullicio, el
susurro de tu voz; entre
la montana y el valle, tu
alma oceanica. Entre
luz y umbria, tu
sombra en el ocaso; entre
tempestades y bonanza, tu
acento apacible; entre
cardos y flores la
caricia de tus manos... Entre
nada y nadie, mi
corazon con el tuyo. Madrid, 5 septiembre de 1988 |
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