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Horas
prendidas en la noche, grato
pasar del tiempo tras la
ventana entreabierta. Dulce
umbria acompasada por
el reloj companero camino del
infinito, camino de la nada. Rumor
lejano adormecido susurrando
viejas canciones y un
aguardar esperanzado. Locura
y sensatez fundidas abren
pasadizos secretos a la
quietud mas plena. Miedos,
quimeras y ambiciones cabalgan
en la oscuridad tras un
poco de silencio, un poco de paz. Y
desde lo mas alto, el
rey del universo y su cohorte velan por
la felicidad de los hombres. Madrid, 18 de junio de 1987 |
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