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Quisiera,
por un breve instante, estrechar
tu alma encendida y
retener el eco de tu cancion. Me
adentraria, sin dudar un momento, en
tu oceano de sentimientos encontrados que
ruge y brama, que acaricia y arrulla. Susurro
emocionado y vibrante que,
con furia insaciable, golpea sin
piedad ni misericordia. Frente a tu colera mal disimulada, timidamente una inefable ternura amanece en un rincon del alma. Un
inmenso amor a la Humanidad brota
en tu cancion mas sublime llamando a
la union de los hombres. A
ti, cantor del alma grandiosa, hoy
quiero brindarte mi mas
sencillo y sincero homenaje. Madrid, 4 de octubre de 1987 |
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