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XXXIII. EL ZARPAZO DE TU AUSENCIA
En la manana fria y gris de invierno, cuando el aliento helado estremece hasta el ultimo pliegue de la piel, siento en mi alma aterida y solitaria el zarpazo cruel de tu ausencia. Una vez mas, como tantas otras, el sol y el calor de tu presencia se niegan a asomar por el horizonte, �una
vez mas estoy llamandote y solamente el silencio responde. Enero se cubre de solido hielo y una tupida bruma oculta la luz; parajes yertos, heridos de muerte, ceden ante el bramido de los vientos �que mi alma con sana muerden. Estoy, contra toda esperanza, en la soledad de mi habitacion, amandote. Y con desesperacion contemplo como mis sentimientos se estrellan contra el acantilado de tu indiferencia. Se van apagando, poco a poco, los ecos de tu voz y de tu risa. Y en mi corazon dejan un rastro de muerte, tristeza y desolacion que solo tu regreso haran desaparecer. Madrid, 4 de enero de 1996 |
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