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XXII. ERES...
Eres tu lo que tanto sone y mi alma secretamente
anhelaba, y que, en realidad, llegue a
dudar que algun dia lograra alcanzar. Eres la respuesta a mi
plegaria que en las horas de
desesperacion, desde lo mas profundo de mi
corazon, hasta el cielo elevaba una y otra vez. Eres el rostro sin facciones
ni nombre que en mis quimeras aparecia y con quien, noche tras
noche, mantenia mis largos soliloquios. Eres la luz que durante
tantos anos, a lo largo de casi toda mi
vida, me fue negada por unos y
otros y que jamas deje de buscar. Eres a quien mas quiero. Madrid, 2 de diciembre de 1995 |
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