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XLI. APRENDi A QUERERTE

Aprendi a quererte en silencio,

sin que de mis labios saliera

una sola palabra, un solo lamento.

Aprendi a quererte sin esperanza,

contra todo viento y marea

en medio de borrascas desenfrenadas.

Aprendi a quererte en la umbria,

mientras otras mujeres te buscaban

y tu preferias a otras antes que a mi.

Aprendi a quererte en mi soledad,

en tus prolongadas ausencias

y en tus brevisimos retornos.

Aprendi a quererte

en la manana mas azul

y en la noche mas cerrada.

Aprendi a quererte...

y tu no sabes quererme.

Madrid, 28 de enero de 1996