|
Ante
la amenaza de las sombras, torrente
de luz clamorosa. Ante
el vendaval desatado, una
sonrisa diafana. Ante
el rugido oceanico, la
dulzura de la quietud. Ante
el hielo, duro e impenetrable, el
calido aliento de un beso. Ante
el hondo desanimo, universo
ebrio de esperanzas. Para Nieves con
carino. Madrid, 17 de marzo de 1990 |
|