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Vientos
trasnochados del ayer, rotos
de tanto soplar y soplar, que
de mi hicieron un erial hoy
quieren enturbiar mi vida. Vientos
que trajeron piedra y lodo, arrancando
brotes de vida, vientos
que arrasaron montanas y valles sembrando
muerte y desesperanza. Vientos
de sonrisa apacible y en
los ojos un brillo asesino, vientos
que hoy miran arrepentidos imploran un
perdon que no hallaran. Vientos
que tanto dano causasteis, no
espereis piedad alguna; vientos
que destruisteis cruelmente no
aguardeis misericordia. Madrid, 28 de julio de 1986 |
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