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Las primeras sombras de
la noche se quiebran en mil
silencios que llenan de ecos el
crepusculo bebiendo
despedidas y lagrimas. Aletean vagos recuerdos envueltos en brumas
lejanas que de nada sirven ya, sino
para torturar el alma. Suspiros y quebrantos
ahogados en falsas y vanas
esperanzas de un dia poder recuperar
aquello
que tanto se ha querido. Senderos borrachos de
dolor que arrastran a un abismo
con un fondo de muerte que
el corazon no desea. Una voz entrecortada por
el llanto llama un nombre una y
otra vez que jamas volvera a
responder en
su desesperacion sin fin. En un dulce ocaso de
otono brota el amargo
desconsuelo, ante la mirada impotente del
lucero amigo. Un lamento golpea
insistente la ventana que no se
abre, pues cerrada esta a cal y
canto y
nunca mas se iluminara. Las primeras sombras de
la noche se quiebran en mil
silencios que llenan de ecos el
crepusculo vacio
de ilusiones y esperanzas. Madrid, 12 de octubre de 1983 |
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